El PP dice que vamos contra la democracia:
-cuando criticamos sus prácticas corruptas;
-cuando exigimos que en el tribunal supremo deje de tener la mayoría el sector conservador, impuesta gracias a Aznar, y que se sigue manteniendo por haberse boicoteado una y otra vez su renovación; lo que les permite mantener un poder y una tutela sobre las decisiones parlamentarias que no les han dado las urnas.
-cuando pedimos que esta institución no actúe al servicio de sus intereses partidistas;
-cuando denunciamos los lazos del PP con el franquismo, al que siguen sin rechazar.
En una curiosa versión de lo que es la democracia, el Estado de derecho o España, permanentemente intentan patrimonializarlos como si fueran algo suyo y de nadie más. Ellos pueden criticar las decisiones del supremo, calumniar a la policía y la fiscalía, inventarse cada legislatura una nueva conflagración de los aparatos del estado al servicio de los sociatas, los nuevos judeo-masónicos, o ,en repetidas ocasiones, salir a la calle al lado de los obispos contra la separación de Iglesia y Estado; pero los demás, si protestamos somos los antidemócratas y los violentos, que quieren reabrir las heridas, que lamentablemente todavía no se han cerrado y que no nos dejan limpiar y suturar como correspondería, mediante la justicia que restablezca la dignidad de las víctimas que quedan por reconocer.
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